martes, 26 de enero de 2010

LAS EXTRAÑAS REBAJAS DEL 2010

Sin duda, las rebajas han cambiado. Antaño el esperado período de bajos precios se prolongaba más de dos meses (casi tres), en los cuales podías encontrar solo artículos rebajados (léase de la temporada, es decir: en las rebajas de invierno piezas para el frío y en las de verano para el calor). Actualmente las prendas y accesorios de la nueva temporada invaden las tiendas desde el primer momento hasta que, solo tres semanas después del inicio de las rebajas, los artículos rebajados quedan arrinconados en un sector semi-escondido del comercio. A día de hoy, 26 de Enero, es difícil encontrar según que cosas, los aires primaverales se han apoderado de los percheros y estanterías y parece que a pesar de las bajas temperaturas reinantes solo podemos comprar camisetas de manga corta y suaves y frescos vestidos veraniegos...

Por no hablar de los extraños fenómenos relacionados con productos que, aunque estaban a la venta en la temporada de invierno, descubrimos ahora como artículos de nueva temporada... y por tanto sin la reducción de precio que corresponde. Creo que el tema daría para uno de esos programas de investigación con cámara oculta.

Pues eso, que las rebajas en la actualidad duran poco, muy poco, y encima muchos artículos desaparecen raramente de un día para el otro sin ser vendidos (debe haber por ahí una glamourosa dimensión paralela habitada por millones de prendas, y sus correspondientes complementos, claro...).

Total, que mi pobre tarjeta de crédito necesita un descanso, hoy he tenido una breve conversación con ella y me ha comentado que su banda magnética estaba medio afónica de tanto dar el do de pecho, por no hablar de lo poco que le gusta entrar en ese estrecho espacio del TPV, por lo visto no es nada placentero, cuenta la pobre que más bien siente que se aprovechan de ella, si es que estos aparatos son todos unos interesados...

Después de sucumbir a los encantos de las etiquetas con tres precios en rojo y haber llenado el armario hasta el punto de no poder cerrarlo, ahora necesito retirarme un mes (por lo menos) a un monasterio budista para meditar sobre mi materialista y cosmopolita vida. Si es que yo en el fondo soy una persona bastante espiritual... creo.

Comentario de última hora: me han dicho que en el monasterio budista no se puede una maquillar ni ponerse los últimos trapillos de Zara, ni siquiera conseguiría plancharme el pelo porque no debe haber enchufes... así que creo que lo cambiaré por unos días de compras en Londres...



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